Llegamos al ensayo.
Hacemos algunos ejercicios con los ojos cerrados para sentir al otro.
Me gustan estos ejercicios, me hacen sentir en un proceso diferente.
Me hacen sentir que hago teatro.
No creo en los dramaturgos de escritorio.
Dudo mucho de ellos.
Sí, el dramaturgo ve mundos y personajes, no escenarios y actores, pero ¿cómo sentir que lo que se está escribiendo realmente puede ser potencia de algo escénico si no se conoce lo escénico?
¿Cómo saber que un diálogo puede ser dicho por un actor si nunca se lee en voz alta?
He escuchado a dramaturgos que dicen: Eso es problema del Director, eso es problema del Actor, eso es problema del Escenógrafo, del Vestuarista, etc… ¿Pero es en verdad un querer motivar a esos otros a que trabajen con los elementos que el Dramaturgo está proponiendo y dispararles así su propia creatividad o simplemente es una falta de responsabilidad y querer lavarse las manos ante las incapacidades propias del escritor?
Puede ser cualquier cosa de esas, es cuestión de hacerlo conciente.
En mi caso, puedo decir que mi forma de escribir cambió completamente el día que tuve que hacer algo en escena.
De por sí empecé en el teatro no queriendo escribir, sino queriendo actuar.
En Crisol hice algo de taller con el grupo.
Todo un proceso de montaje y 115 funciones de una obra como Asistente de director.
Audicioné dos veces para entrar al CUT.
Clases en la UNAM donde tuve que ser actor.
Y terminé siendo Dramaturgo.
Pero todo sirve.
Y este proceso es un gran respiro.
Llevo ya 2 años sin hacer algo escénico.
La simple idea de participar es ya sumamente persuasiva.
Despertar mi diálogo con la escena y levantarme del escritorio en que he estado últimamente.
Por otra parte, me interesa mucho trabajar con la directora.
Y bueno, acá estoy haciendo estos ejercicios.
Terminamos y seguimos trabajando con los actores.
Paco, ¿Como para cuándo puedes empezar ya a escribir?
Y… bueno, ya traigo algo.
Saco las copias de las cuartillas y las entrego.
Las ven como el niño que está abriendo un regalo.
Se organiza la lectura.
Un actor es A.
Otro actor es B.
Terminan de leerlas.
Silencio.
La pucha, seguro no les gustó y reconsiderarán el haberme elegido.
Nos encanta.
Está buenísimo.
Fuera la idea de los hermanos y el abuelo.
Ésta es la línea.
Que se quede con ese tono.
Respiro aliviado.
Que la obra trate sobre el tiempo dado a las cosas.
Alguien que olvidó lo que es.
¿Los personajes se conocen? ¿Quiénes son?
¿Qué son? Hermanos, amigos…
¿Los personajes se conocen o no?
¿Para qué dicen lo que dicen?
Que la obra trate de las cosas sencillas.
Recuerdos que no son míos pero anhelaba que fueran.
Que hable más de la melancolía.
Sobre el miedo al conocimiento.
Me lo imaginé en cámara negra.
Que no haya un espacio concreto, así nos ahorramos el trabajo de buscar varo para la escenografía.
Terminamos la sesión con la consigna de que estudiarán las cuartillas para ver hacia dónde irá ahora el proceso.
Lo que quiero es que todo te ayude a escribir, dice la directora.
Cerramos.
Alguien saca una naranja.
La pela y comparte.
Otro actor dice: hace mucho no veía a alguien comerse una naranja en gajos. La partes y te la comes, o te la tomas, pero no la pelas y te la comes.
La frase me llama la atención.
Apunto todo eso.
Seguro servirá.
20070727
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